cuaderno de playa

(…) Parece como si la sociedad de este futuro de no-cosas se fuese a dividir en dos clases: la de los programadores y la de los programados. La clase de los que fabrican programas y la de los que se comportan conforme a programas.

El hombre se olvida de que produce imágenes a fin de encontrar su camino en el mundo; ahora trata de encontrarlo en éstas. Ya no descifra sus propias imágenes, sino que vive en función de ellas; la imaginación se ha vuelto alucinación.

Vilém Flusser

 

 

Hace un año, mi madre me llamaba escandalizada para decirme que había salido en TETAS en un telediario de Antena3.

– Si, en tetas. EN TETAS. Enfrente de casa de tus abuelos –

+ 🙄  🙄  🙄  🙄

– No creo que nadie te haya reconocido porque tampoco se te veía la cara, yo SÍ, porque con ESAS TETAS…

 

 

La primera SEMANA SANTA calurosa en X años, más de veinte grados en el Mediterráneo y una ocupación hotelera del 98%.

Me excitan las imágenes de archivo del telediario casi tanto como los vídeos corporativos. editas. Imágenes rescatadas que no disimulan su nula frescura, imágenes contra las imágenes inéditas… si entendemos la superficie de Marte o la primera grabación de un nacimiento como documentos inéditos de algún periodo de la hisotria.  Pienso que su terca negativa a desmarcarse de los demás frames las transforma en los encuadres más primarios ideados. Recursos que despliegan una funcionalidad hipnótica y una vulgaridad cálida. Tristemente, en los últimos años este arte contemporáneo, que no abandona la exhausta excusa pólitica de una crítica ecologista y antiglobalización, ha terminado por arruinar mis imágenes favoritas.

 

 

 

 

 

 

La población se arrastra a las costas como pingüinos alineados muriendo en arena caliente. En estas playas que asoman a nuestras pantallas los jóvenes cuerpos no desbordan sensaciones dramáticas de libertad o hedonismo. Nuestras playas grasientas que nada tienen que ver con los ideales de belleza puntacanescos se fijan en la memoria como lugares de cualidades negativas, siendo juzgados por sensibilidades primitivas, quiza como fuente primordial de la experiencia humana.  Atragantarse, ahogarse, quemarse y mojarse de nuevo, playas para ir a morir o a engendrar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ellos abogados, camioneros, banqueros, camareros o médicos en algún momento crucial y adverso de sus vidas, se casaron con mujeres de cara redonda y ojos oscuros que al cabo de los años decidieron teñirse de rubias y dejarse flequillo. Juntos fusionaron sus fracasos y marcharon inquebrantablemente cada verano a cualquiera de las casa de sus respectivos padres.

Tuvieron hijos informáticos, diseñadores gráficos y periodistas con camisas de cuadros y pantalones vaqueros de un ligero verde oxidado. Niños que perdieron la gracia a los cinco años y que marchan hoy a la deriva hacia el fin del mundo.

Niños grabados en playas y piscinas municipales que han sido saboteadas por la estética posmoderna, enrarecidas, descontextualizadas y ritualizadas en su cotidianeidad. Tras Hopper y Hockney vuelta a la desfiguración de masas. Se me ocurre que esta estrategía de glitcheo en mi pequeña serie acúatica, es posiblemente la única forma de devolver a la vida a estas imágenes banalizadas. Embalsamar un tiempo pendular en equivalencia a aquel tiempo estático para el que vivía el arte. El glich actua en este caso de la misma forma en la abstraccion geometrica hizo una llamada al orden del expresionismo abstracto. GOLPE EN LA MESA. Formalicemos nuestros archivos. Si negamos la liquidez contemporánea en un loop retirarando las imágenes del flujo,quiza logremos atesorarlas en colecciones privadas como esta.

 

 

Si el arte abandona contemplar las imágenes, nuestros gifs retomarán una historiografía romántica en una imitación anticipada del fúturo y el pasado al mismo tiempo.

 

 

 

 

Más cerca de la máquina que de la animalidad en este mirar erróneo que he escogido para el relato, lo que más nos sorprende es encontrarnos ensimismados en el HOY. Estetizamos un pasado demasiadao próximo como para que sea interesante y miramos el presente como artefacto muerto donde cualquier imagen, hasta niños jugando a la orilla del mar, se presenta como colapso y catástrofe total.

 

 

 

Blanca Margoz