emotional
-Pero esto ¿qué es?
-¡Esa sensación!
-¿Son imágenes?
-Esa sensación, ¡la película!
-¿Falta entonces algo?
-Esa sensación
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Unas señoras mayores con abrigos tres cuartos que parecen motas de polvo beige caminan frente a la frutería que lleva un inmigrante de ojos verdes. Cada vez que la propietaria del lugar donde desayuno me facilita un bocata de jamón grasiento sonrió al chekear su vestimenta de instagramer treintañera. Su hermano, cuya falta de potencial erótico me fascina, pone copas de cava a los ancianos del barrio mientras yo me encuentro a salvo en este bar que huele a perros y boquerones fritos, en lo que es mi paraíso privado desprovisto de niños.
Es bonito y a la vez ejerce un oficio, detenerse frente a la tapa de las alcantarillas, los cargadores de móvil o los subrayadores de colores y saber sentir ciertas pasiones hacia las cosas que se conocen bien . Sentir pasión por las KOSAS desde una nueva aproximación no antropocéntrica ni animista, querer al objeto le hace a uno descreerse de Dios. Y así, la estetización violenta de las herramientas y productos nos ofrecen una contemplación revolucionaria, una vuelta al choque instaurado por la Revolución Francesa y la creación pública de la mirada.
Recrear universos personales partiendo de entornos anodinos es quizá uno de los muchos encantos que me fascinan de la Tumba de Bruce Lee y Esa Sensación. La vinculación a una estética publicitaria cutre en la que se recrean paisajes emocionalmente oníricos, hace experimentar una monocromía sensorial basada en el objeto.
Volvemos sobre una ciudad que sólo existe en negro desde que se inventaron los Volskwagen Polo, a un cielo que siempre es amarillento debido al gotelé de las paredes y a unos fluídos corporales que tornaron grises gracias a la intoxicación de los parquimetros.
Filmar inmersiones en infopaisajes: oficinas, terrazas y habitaciones de hotel, baños de mala muerte y restaurantes random… es filmar una performance de la imagen pobre. Partir de una economía de imágenes o de un régimen de representación que permite la comunicación mediada o de cualquier información del mundo moderno, un stock de imágenes, como un catálogo del Media Mark de la crisis y postcapitalismo fuera del tiempo.
Estas imágenes, ponen de manifiesto la gozosa aceptación en clave de humor que las recompensas neoliberales y las políticas neoconservadores trajeron a nuestras vidas como pudiera ser la necesidad de proclamar un yo mejorado y mejorable a cada momento, la vuelta a la censura y las religiones de masas o la necesidad de cuerpos inhumanos a los que amar.
Después de sufrir un grave accidente de coche, una mujer comienza a percibir la ciudad en que vive, Rávena, como un desierto tanto en el plano físico como en el de las relaciones personales. Las secuelas psicológicas le impiden llevar una vida normal y relacionarse con la gente que la rodea. (FILMAFFINITY)
Estructuras de metal de las que enamorarse que niegan el paradigma modernista de acero y cristal que supuso la arquitectura norteamericana de principios del siglo XX.
Nos enamoramos en estas películas de una crisis sin pasar por el éxito y en general, de artefactos culturales de muy mala ralea.
Si pensamos en la relación entre este otro cine y la estética de masas nos encontramos a algo similar a un “estilo de la casa”. Una nueva preocupación por las maneras donde es el estilo, no los temas ni la narrativa el que marca la preocupación por expresar el fuera del tiempo y la historia queda en ocasiones enmarcada en simbología topográfica: como la marca textual de nuestros mapas.
Y aunque toda esta historia de follarse escaleras y puentes sea un poco exagedara, no supone más que el siguiente puesto en nuestra evolución natural. Claro que la rotonda puede parecer una idea tremendamente inferior a la de follarse AL ABLETON en cualquier tablet o follarse al filtro del CIERVITO en snapchat.
La demanda de este cine contemporáneo no pasa por el surrealismo o los locos universos de ficción como a menudo se le achaca en las criticas. La única demanda de estas películas es la necesidad de ampliar la interpretación, de repensar catálogos para unas imágenes que están más allá de la historia de nuestro cine.
Blanca Margoz
Déborah García